"People will accept your ideas much more readily if you tell them Benjamin Franklin said it first"
DHC

4.6.11

El Poder de la Palabra

“Leer para vivir” de J. Villoro, “Guillermo Sucre: la libertad y la cordura” de G. Valle y “Sólo tengan relación con lo que aman” de G. Deleuze.

Un libro sí puede salvarle la vida a cualquiera, no sólo en emergencias; un libro puede llegar en el momento menos esperado. Se le podría llamar un 'refugio', o alguna suerte de rincón privado o espacio propio que un libro nos da. No me gusta pensar en la lectura como 'la forma silenciosa y profunda en que una voz se comunica con otra'; me parece algo cósmica esta interpretación, pues yo la veo como una pared blanca en una habitación de colores indefinidos, es lo más concreto y lo más abstracto, es la solución y el centro del problema. Es sorprendente el poder que la palabra ha mantenido hasta hoy, tanto en la literatura como en la oratoria. Por eso tiene la fuerza para rescatarnos. La palabra es lo más importante que tenemos.

Los libros salvan tanto como la poesía alimenta. Ambos tienen su momento correcto, aunque toda literatura sirve a cualquier hora, en cualquier lugar, a cualquiera que esté dispuesto a buscarle un sentido. Algunas veces salva porque su sentido es expresar empatía para con otros, otras veces busca dejar salir un suspiro por mucho tiempo encerrado. Ya sean reveladores, honestos, engañosos, todos tienen una historia que contar.

No sólo se trata de un libro, sino de la lectura, que es de todos. Y se puede leer de muchas maneras; hay que aprender de muchas maneras, como consultando a otros o volviendo a lo ya leído. No trata únicamente sobre entender, si no sobre hacer que quede un impacto, una impresión. No trata de aprender a leer relacionando sonidos con garabatos, si no a verse en el texto, a comprender.

Hoy todos son críticos, pero también todos son escritores. El potencial está ahí, sólo hay que trabajarlo correctamente. ¿Cómo? Depende tanto del trabajador como del trabajo. Es completamente individual, profundizando, o 'hurgando', en uno mismo. Debe ser una crítica interna. La lectura se vuelve un proceso creativo como la escritura, porque una palabra pertenece tanto a quien la dice como a quien la escucha.

Lo que sí hay que saber es manejar, no tanto como conocer, entender y amar la literatura, aunque sea cada uno por su lado, con su propia cordura y su propia libertad, con lo que les hace falta, sus moléculas, porque es triste saber de alguien que nunca encontró o encontrará sus moléculas, su afán. Se pierden el propósito y la emoción de la búsqueda, luego llega la decepción con la amargura. Por esto mismo, no está demás un guía o maestro que muestre el camino -además de que nunca queda restante un nuevo libro-. Y éste tiene que ser un maestro increíblemente calificado, porque la tarea de enseñar literatura no es para cualquiera. Tiene que enseñar el camino a descubrir pasión.

Si no nos queda el afán por la lectura, si queda la indigestión por erudición, sólo queda levantar la mano contra nosotros mismos.

El primer texto habla sobre el poder de salvación en las palabras. El segundo habla sobre encontrar este poder, y el tercero presenta una opinión que establece que sólo se debe perseguir lo amado, es decir, si el poder de la palabra no llama, no debe ser buscado, para decidir y seguir un camino específico y concreto.

Esto es lo que tienen en común los textos, la admiración y el amor a la palabra escrita, al poder de la literatura. Expresan una solución, tanto como una guía, tanto como una forma de vida.

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