"People will accept your ideas much more readily if you tell them Benjamin Franklin said it first"
DHC

8.6.11

Miedo.

Todos sabemos lo que es, aún sin saberlo. Todos lo sentimos, aunque lo nieguen. Por supuesto, todos, diría yo, tenemos los miedos básicos, cada uno en sus circunstancias específicas.

Existe el miedo a sufrir, al dolor, que es uno de los más comunes, ya que el miedo es una respuesta que puede llegar a ser tanto física como psicológica. Existe el miedo al peligro, a animales peligrosos, a situaciones peligrosas, a gente peligrosa. Existe el miedo al riesgo, a perderlo todo, o simplemente a perder lo más importante. Existen las fobias, que son, más que nada, tecnicismos de sociedad. También está el miedo a descubrir verdades que no queremos conocer. Éste nos toca a todos, y bastante seguido, como cuando uno se da cuenta de que sus padres no son superhéroes. Yo creo que, más que nada y más fuerte que el resto, está el miedo al miedo. Es el mayor y el menos conocido.

Yo personalmente le temo a las oportunidades, que me ponen nerviosa, a no saber aprovecharlas, a no poder manejarme, a mí misma. Sé que me es bastante fácil perder el control, lo que me asusta y me saca la piedra al mismo tiempo. Creo que esa es la razón por la que estoy cada vez más adolescentosa; tal vez son sólo las hormonas. Esto, sumado con el hecho de que nos están forzando a decidir hoy mismo lo que haremos con el resto de nuestras vidas, siendo hoy un período de varios años relativamente largo, pero no lo suficiente. Nunca es suficiente; es al último minuto que nos damos cuenta de que el momento llegó. Eso es, le tengo miedo al futuro. No sé qué hacer con él, no quiero decidir ahora y no quiero arrepentirme.

Miedo al arrepentimiento; no vale la pena, a menos que algo se aprenda del error. Muchas cosas no se pueden reparar sin viajar en el tiempo, así que no importa. Miedo al fracaso. Ése sí es horrible. Muchos, como yo, no tienen un modelo a seguir, si no varios caminos para evitar. Por supuesto, no tiene sentido si uno cree en el destino o que la historia está escrita, porque no da pie a formar nuestro propio porvenir, es decir, si naciste para estar jodido, morirás jodido. Si se cree en el libre albedrío, o algo parecido, se teme a no tomar la decisión correcta, al menos en mi caso.

Se podría decir que eso es todo; mis miedos acaban cuando yo empiezo. A pesar de vivir con eso y más, no sé cuál es el peor, el de mayor efecto. Diría que es el que enfrento día a día –porque usualmente evito pensar en los otros-, el que estoy enfrentando ahora: una página en blanco. Me aterran hasta temblar, en el peor de los casos. A veces me hacen gritar, pero sólo a veces. A veces es por felicidad, aunque la mayoría de las veces me cuesta entender por qué escribo como escribo, como un actor que no puede verse en pantalla, y cómo odio que otros lean lo que escribo, a pesar de que es necesario para evolucionar, principalmente porque me leen a mí. No me asusta la crítica; me asusta perderme, bloquearme, salirme del camino, quedarme estancada. Me asusta estar tan asustada que el miedo podría llegar a controlarme, a detenerme. Me asusta no saber.

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