"People will accept your ideas much more readily if you tell them Benjamin Franklin said it first"
DHC

8.6.11

Raíces

Mi historia empieza en Portugal. Hace muchos años en Madeira, un joven pescador de la costa le pidió matrimonio a su novia, quien no pudo contener la emoción. Sus padres no estuvieron de acuerdo. La posición de su familia en la sociedad sería afectada si este pescador se viera relacionado con ellos. A ella no pudo importarle menos, por lo que sus padres cumplieron su amenaza: fue desheredada. Sin embargo, su matrimonio dio fruto a más de una decena de hijos, uno de ellos, campesino, que se casó a una edad temprana con una hija de campesinos aún más joven. Decidieron ir en busca de un sueño y alejarse de un país afectado por la guerra, por lo que emprendieron una aventura. Se mudaron a un lugar nuevo, en evolución, y formaron su vida con sus propias manos. Por ello, mi madre y 3 de sus hermanos nacieron aquí, en Venezuela.

Mi madre se casó muy joven, también, con un nativo de Aveiro, descendiente de dos líneas de campesinos que llegan tan atrás que ellos no pueden recordar. Aquel aveirense también formó su vida aquí, llegando con las manos vacías a los 16 años de edad. Él dice que vino a buscar mangos. A veces dice que se fue para evitar ser reclutado para el ejército. Sin importar la razón, está aquí. Conoció a mi abuelo materno al levantar su primer negocio, por lo que mi abuelo quería casarlo con la hermana mayor de la que alguna vez fue su esposa. Vivieron juntos por más de 15 años y, luego de pasar los primeros 10 intentando tener hijos, llegamos nosotros, el milagro clínico.

Dado esto, toda mi familia es prácticamente portuguesa, al igual que la variación de Sarah que llevo por nombre. Por ello, desde hace tanto que no puedo recordar, hemos tenido todo y más que ver con lo calificado como portugués, que influenció nuestra infancia desde que fuimos allá por primera vez. No recuerdo mucho, pero en mi cabeza está el registro de los juguetes que llevamos, de las caras y de los días que pasamos en Disney. Aunque a veces pienso que fue mala idea llevarnos tan jóvenes como para no recordar, me corrigen afirmándome que era mejor así. Aparentemente, los padres de mi padre querían conocernos. De hecho, fue bastante tiempo después que entendí, o me hicieron entender, que mi abuelo moriría pronto. Y así lo hizo. A pesar de que nos dieran la noticia poco luego del evento, no lo comprendimos por completo; aún hoy no lo comprendo.

Supongo que se puede decir que mi infancia corrió bien. Nunca me faltó algo. Nunca me rompí algo. Lo peor que me ocurrió para estar internada en un hospital/clínica fue la mononucleosis al inicio de 4to grado, que me salvó de los exámenes de lapso (pero no me salvó de la humillación, dado que todos los adultos me hacían preguntas haciendo referencia a mi condición como “la enfermedad del beso”), o la remoción de un par de hernias cuando era bebé. Siempre me responden fechas diferentes cuando pregunto, pero tengo entendido que fue alrededor de los dos años, porque nacimos tan frágiles que tuvieron que esperar para operarme. Nacimos sietemesinos y muchos pensaron que no sobreviviríamos, especialmente yo. Pero estamos aquí. Todos. Además, me diagnosticaron desnutrición varias veces antes de los 10 años y un tipo de autismo (Asperger, o algo así), y hasta hoy no han probado lo contrario, pero aún estoy aquí.

De cosas de infancia nunca hice mucho. No aprendí a andar en bicicleta hasta el año pasado, ganándome una cicatriz que parece un arañazo de algún felino salvaje. Y aunque tengo cicatrices que no recuerdo, nunca fui muy aventurera o arriesgada. Si me daba miedo nadar con delfines, incluso hoy, ¿qué tan arriesgada podía ser? Por esto, puedo afirmar que tuve una infancia normal, dentro de lo que cabe, en la vida de un cuatrillizo.

El divorcio cortó nuestra infancia a la mitad. Tantas cosas cambiaron que cualquiera pensaría que son historias diferentes, pero por varios años nosotros tratamos de unirlas, sin saber que sería peor. Luego te acostumbras. Entendimos las razones y las consecuencias. No había más preguntas. Luego de eso no hubo muchos eventos especiales, por no mencionar las rabietas por el cambio de colegio, los cambios que han venido con esto, los viajes, los piercings, las personas, los inconvenientes, la música escuchada, los libros leídos, lo aprendido, lo dicho y lo inventado, las malas decisiones, las cosas menos importantes que componen una vida.

Así llegamos a donde estamos hoy. Todas estas experiencias fueron raíces que contribuyeron en la formación de la persona que soy ahora. Tal vez no haya cambiado mucho. Tal vez cambié demasiado, pero el tiempo nos dirá.

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